"El rock and roll vivirá siempre", cantaba Neil Young en My my, hey hey (out the blue) en 1979. Pero, hoy en día, ¿sigue vivo? En las listas de éxitos, controladas por las divas del pop y el hip-hop,
desde luego que agoniza. En directo aún congrega masas, pero en torno a
sus viejas glorias. La fragmentación de las audiencias en la era de
Internet y la falta de nuevas figuras, como en décadas pasadas fueron
Bob Dylan, John Lennon o Kurt Cobain, pesan en contra del género
dominante en el último medio siglo.
"Su impacto es muy pequeño en estos días", sentencia Peter Doggett,
musicólogo británico y autor del libro sobre la revolución del rock'n'roll, There's a riot going on.
"Dudo que ejerza el mismo efecto que consiguió en décadas que ya
empiezan a quedar muy lejos", asegura Jorge Ortega, codirector de la revista Ruta 66 . "El rock ya no tiene el valor añadido que tuvo en sus orígenes", afirma Santi Carrillo, director editorial de Rockdelux,
y añade: "Es un subestilo más dentro de los mil estilos actuales. Y no
el más importante". Es difícil saber dónde comienza y dónde termina,
pero, simplificando, el rock, que bebió del blues, es un género
que siempre ha tenido la guitarra como piedra angular. Y esta ha dejado
de sonar entre la tecnología de los ordenadores y las bases
pregrabadas. La variedad de canales de acceso ha fragmentado las audiencias. Solo las 'vacas sagradas' del rock compiten con Lady Gaga o Shakira
Desde que, en 1954, Elvis Presley grabó That's All Right, Mama , uno de los primeros sencillos genuinos del género, muchos han anunciado "la muerte del rock". La última defunción quedó decretada por el diario británico The Guardian
cuando hace unas semanas publicó un reportaje en el que alertaba de su
muerte. ¿El motivo? La venta de sencillos cayó a un nivel histórico
desde su nacimiento en Reino Unido.
Solo tres canciones de este estilo aparecieron entre las 100 más vendidas en una lista llena de hip-hop, R&B contemporáneo y pop. Las afortunadas tampoco eran la mejor representación del rock al que cantaba Young: Don't Stop Believin', del grupo de los ochenta Journey y que se hizo popular por la serie adolescente Glee; Hey, soul sister, de Train , y Dogs Days are over, de Florence + Machine . Para musicólogos como Paul Gambaccini, referente en la BBC y conocido como El profesor del pop, "la era del rock había llegado a su fin, como antes sucedió con la del jazz", según aseguró en The Guardian. Los foros de Internet prendieron con los comentarios.
La lista británica de singles es solo un indicador entre
muchos para medir el estado de la cuestión, pero un simple vistazo a las
clasificaciones de los discos más vendidos muestra que el rock ha
dejado de ser el estilo predominante. En Estados Unidos, cuna del
género, el rapero Eminem fue el que más vendió en 2010 seguido del country comercial de Lady Antebellum y Taylor Swift y el pop rapeado de Justin Bieber. En Reino Unido, Take That, abanderados del pop juvenil, lideraron la lista, a los que siguieron Michael Buble, Lady Gaga y Alicia Keys. Entre lo más vendido para la tienda Amazon
solo se coló, entre los 10 primeros, Arcade Fire y Mumford & Sons.
Panorama similar se vio en la clasificación de sencillos de iTunes,
donde solo la canción de Train dominaba en una lista sin representantes
rock.
En España, tampoco hubo rastro: Sergio Dalma, Joan Manuel Serrat y Alejandro Sanz ocuparon los tres primeros puestos. "Un
adolescente que hable en la actualidad de Led Zeppelin, Jimi Hendrix,
Rolling Stones o Bob Dylan es lo más parecido a un ser de otro planeta",
dice Ortega. Si los clásicos suenan a cuentagotas entre la juventud,
los nuevos, como JD McPherson, o no muy consolidados, como Nick Curran o
Drive By Truckers, aún mucho menos.
Todo esto en la peor época de la historia para la industria
discográfica. Cada año se venden menos álbumes y sencillos. Aunque
expertos y profesionales del sector aseguran que, a pesar de esta caída
en picado en la venta, se escucha más música que nunca, debido a las
descargas, YouTube , Spotify o Myspace
. La variedad de canales de acceso ha traído la fragmentación de las
audiencias. "La facilidad de llegar a todo ha abierto muchas ventanas
pero también ha cerrado muchas puertas", asegura Ortega. A la
parcelación estilística se suma un síntoma propio de los tiempos que
corren: el ayer se ha quedado viejo.
"El tipo de sociedad actual tiene mucho que ver con el usar y tirar.
Al rock hay que tenerle ganas y dedicarle tiempo. La sociedad de hoy
anda escasa de él, convirtiendo la música en un mero estímulo puntual",
señala el responsable de Ruta 66. En esta nueva geografía
sensitiva, el rock tiene dura competencia y, hoy por hoy, ha perdido la
batalla ante productos de consumo más rápidos y accesibles, tanto por la
confianza promocional con la que cuentan como por lo que representan.
Los únicos que pueden competir con Lady Gaga o Shakira son las vacas sagradas del rock. Pero cada vez les cuesta más.
La falta de visibilidad se cubre en buena parte con más conciertos,
que se han convertido casi en la única fuente de financiación de los
músicos que no aparecen en las listas de éxitos. "Internet ha hecho que
la gente acceda de forma fácil al rock, aunque no tengo claro que haya
más público", explica David Giménez, director de la promotora de
conciertos Heart of Gold. "En Madrid, hace años solo había una sala y un
concierto por fin de semana. Ahora hay cuatro. Eso supone demasiada
oferta para la demanda existente". Conclusión: hay público pero más
disperso. La concentración sí llega con los grandes clásicos, capaces de
arrastrar a las masas. El rock vende a los nostálgicos. Figuras como
Bruce Springsteen, U2 , Rolling Stones o Roger Waters llenan recintos mastodónticos.
"Hay estrellas pero no sé cuál es el impacto real que tienen sobre la
vida de sus fans. La gente de hoy está fascinada con las celebridades,
pero las estrellas de rock de los sesenta y setenta cambiaron la forma
de pensar de las personas. Y no creo que eso lo hagan Paris Hilton o
Lindsay Lohan", afirma Doggett. Con la cumbre del negocio demasiado
lejana y el mercado saturado, la cuestión es saber cuál es el papel del
rock en la actualidad. Los adolescentes de ayer, que crecieron con los
Beatles o Elvis Presley, son los adultos nostálgicos de hoy. Ellos son
los que más acuden a los conciertos y consumen sus discos.
Pero en su caso tienen un motivo, más allá del entretenimiento, según el autor de There's a riot going on.
"El rock fue un vehículo para distribuir ideas radicales de una forma
directa. Esos jóvenes escuchaban a los músicos y no a los políticos".
Como afirma el historiador británico Tony Judt en su libro Algo va mal,
que repasa las diferentes formas de vida entre la sociedad actual y la
de hace de medio siglo, "a finales de los sesenta, la brecha cultural
que separaba a los jóvenes de sus padres quizá era mayor que en
cualquier otro momento desde comienzos del siglo XIX".
Y esa brecha marcó la pauta del rock. Dylan en el primer volumen de
sus memorias lo resume así: "Si estabas vivo, aunque hubieses nacido
hacía poco, notabas en el ambiente que el viejo mundo estaba
desapareciendo para ceder el paso al nuevo". Los sonidos que ya en los
cincuenta hermanaban el legado afroamericano del blues, el jazz y el gospel con la tradición blanca del swing o el country
confluyeron en música radicalmente refrescante para una cultura juvenil
con capacidad de emancipación y transformación social. No se puede
entender el movimiento contra la guerra de Vietnam sin la música de
Lennon como tampoco el inconformismo de los jóvenes mods británicos sin My Generation de The Who .
El lenguaje compartido que supuso el rock para aquellas generaciones
no ha vuelto a ser el mismo. "Lo de la rebeldía, la contracultura, el alternativismo
o el sueño romántico de cambio de sociedad se ha perdido. Ahora el rock
es como jugar con la Playstation", afirma Carrillo. Ortega coincide:
"Me remito a las palabras de Robbie Robbertson: 'El rock ya no es voz de
nada'. En el mayor de los casos es un producto de consumo más". Doggett
tampoco duda: "Como fuerza revolucionaria hace mucho que ha muerto. No
creo que la gente joven necesite hoy lo mismo que necesitábamos
nosotros. Ellos tienen otras formas de comunicarse y sentirse parte de
una generación". ¿Se puede hablar entonces del final del rock? "No creo
que llegue a eso porque continuamente se está reinventando. Siempre
habrá buenas y nuevas bandas de rock", dice Ortega. "Es cíclico, y
siempre vuelve", aventura Jiménez.
Tras cantar Neil Young aquello del "rock'n'roll nunca
morirá", el líder de Nirvana cogió el siguiente verso de la canción para
dejarlo escrito en su nota de suicidio: "Es mejor quemarse que
apagarse". Ahora, solo falta esperar a ver si el rock está quemado o
simplemente apagado por un tiempo.
Fernando Navarro (EL PAIS 3-4-11)
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