3/1/09

El fin de la clase media y el nacimiento de la sociedad de bajo coste




El fin de las expectativas económicas crecientes, de la seguridad ocupacional y el impacto de la evolución tecnológica continua en el ambiente de la globalización está llevando a las clases medias occidentales a una proletarización no cualificada. O sea, que nos estamos quedando a toda velocidad sin el soporte principal, ideológico y material, del denominado Estado de bienestar. Para colmo y en consecuencia, la tecnología y el mercado global con sus deslocalizaciones y tal está produciendo una polarización de la riqueza que ha hecho instalarse en lo más alto a una nueva aristocracia de los conocimientos (técnicos, se supone) que acumula como nunca, y en lo más bajo, sin nadie por en medio, a lo que ellos llaman “clase de masa”, el personal subido a la montaña rusa de los acontecimientos que no domina y del trabajo cambiante. De este modo, los estados democráticos de nuestros sueños (los otros están por ver) se pasan el día ajustando cuentas, es decir, recaudando menos y tratando de atender a las desigualdades, estas sí, crecientes en un horizonte de muy difusa seguridad económica. Vale.
Solución: pues igual que ya estamos en un mercado de bajo coste (los empleos valen menos y todo se acaba pareciendo al yogur del Lidl, que no es yogur pero hace las veces), ahora se trata de conseguir un Estado de bienestar de bajo coste, que consiste en dejar al Estado en lo mínimo (¿hay cosa más mínima?) y procurarse un sistema original para que las corporaciones y la propia sociedad no se sabe cómo atiendan a lo que antes, cuando era rico y había clase media, atendía el Estado opulento.
Claro que este sistema viene sonando ya de los USA, donde las nuevas clases rentistas 'high tech' dotadas de gran filantropía, previo pago de su bolsillo de las campañas de los políticos que les aseguran la tranquilidad, se encargan de las antiguas competencias estatales a través de fundaciones, donaciones y fondos diversos. Te fijas en Bill Gates y ya tienes la idea. Lo que pasa es que Gaggi y Narduzzi dicen que ése no es el camino (menos mal), porque, claro, eso no es un Estado mínimo ni nada, eso es un mangoneo de la democracia con todas las de la ley (nunca mejor dicho). Pero, cuidado, dicen, que o se hace algo o un día de estos la gente va a cambiar seguridad y prosperidad material por libertad política, y nos sobrevendrá algún autoritarismo. Al invento que estamos obligados a engendrar para que no nos pase nada lo llaman, párate, “neohumanismo de la sociedad de bajo coste”.

El Mundo.es (13.12.08)

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