20/4/08

Recorrido por el Duero seductor

Pinhão


Rio Douro

Lamego

Solar da Rede

Regua

Regua


Desde Oporto hasta Pinhão, en ruta por el valle del famoso vino portugués

El valle del Duero, el Douro portugués que muere en Oporto, seduce al viajero por terrazas escalonadas de viñas, bodegas, iglesias y mansiones que reflejan la rica historia de la región.
Este valle es impresionante. El río se mueve entre montañas cuyas laderas son terrazas escalonadas construidas por el hombre para plantar las viñas. Da la sensación de estar frente a enormes esculturas que descansan a la orilla de un apacible río. Se escucha el cantar de los pájaros, el ruido del agua y, a lo lejos, las voces de quienes trabajan la tierra donde nace el famoso vino que luego será comercializado desde las bodegas de Oporto. Y es que el valle, situado 60 kilómetros tierra adentro, forma parte de la región demarcada del vino de Oporto. Dicha zona, de ricos suelos y microclima favorable, fue delimitada en 1756 por el marqués de Pombal, convirtiéndose así en la primera región vinícola demarcada del mundo.
Para descubrir el valle, tomemos como punto de partida la ciudad de Peso da Régua. Aquí se encuentra la Casa do Douro, donde se catan los vinos de las diferentes bodegas y se controla la producción. De aquí parten los cruceros para los recorridos fluviales; y parte también una hermosa carretera que va junto al Douro y conduce a Mesão Frio, pequeña localidad situada en un altiplano a espaldas de la sierra de Marão.

Bodegas, iglesias, mansiones

En este recorrido, lleno de curvas y pequeños puentes, no se escapan a la vista las bodegas, iglesias y mansiones que reflejan el próspero siglo XVIII vivido en la región. Una de estas últimas es el hotel Pousada Solar da Rede, localizado en un punto ideal para pernoctar en nuestro viaje.
Se trata de un soberbio palacio del siglo XVIII enclavado justo enfrente de una de las curvas del río, de manera que ofrece un paisaje magnífico. Desde la señorial terraza anterior se ven además los viñedos, olivos y cítricos que conforman la propiedad. El hotel fue inaugurado como pousada histórica en 1999, luego de grandes obras para preservar la arquitectura y el espíritu de antaño. En efecto, en su interior, techos de madera de castaño, arcos de piedra, muebles y azulejos nos remontan a otra época. Y para completar esta imagen idílica, su restaurante ofrece los platos del chef Joaquim Gomes, quien combina la elegancia de la alta cocina con el gusto de la tradición portuguesa.

Desde aquí podemos descender hacia Lamego, una de las ciudades más importantes de la región y uno de los espacios nacionales con más monumentos por metro cuadrado. La catedral, el castillo medieval y el palacio de los duques dan fe de ello. Impresiona, además, el santuario de Nuestra Señora de los Remedios, que parece controlar la villa desde la altura. Aunque accesible por carretera, más interesante es subir, con mucha calma, la monumental escalinata que lo precede, para ver los paneles de azulejos y las fuentes que hay en cada descanso, hasta llegar al Patio de los Reyes, una terraza de columnatas coronadas de esculturas donde podemos recuperar el aliento.
Tomamos rumbo norte por una carretera que es un espectáculo de montañas y vegetación, y entre la sierra de Marão y Alvão aparece la histórica ciudad de Vila Real y, pocos kilómetros más allá, el área protegida del parque natural de Alvão. Recomiendo seguir esta dirección porque después de atravesar paisajes de enormes piedras y molinos de viento se llega a la aldea de Lamas de Olo, lugar que mantiene un tipo de vida rural difícil de encontrar actualmente, con sus casas de techos de paja, y linderos de piedra, y todo colocado perfectamente como si de un momento a otro fuera a comenzar un rodaje.
Sabrosa, patria de Magallanes
De vuelta, a dos kilómetros de Vila Real, está la Casa Mateus, visita casi obligada, no sólo por la curiosidad de ver el palacio cuya imagen sirve de etiqueta al vino que lleva su nombre, sino por la belleza de esta mansión del siglo XVIII, obra del mismo arquitecto del Solar da Rede, cuya arquitectura combina la dimensión tradicional de una casa portuguesa con el barroco de su fachada y sus decoraciones. Se pueden visitar algunas salas y la hermosa biblioteca, que guarda un extraordinario ejemplar ilustrado en dos volúmenes de Os Lusíadas, de Camões. El exterior de la casa es un reino de jardines diseñados que, con su túnel de cedros, sus camelias y su enorme espejo de agua, son una auténtica obra de arte.
Pero la carretera invita a seguir. Hacemos una parada en el santuario rupestre de Panóias, testimonio de la prehistoria del lugar, y seguimos rumbo a Sabrosa, patria de Magallanes. A partir de aquí, el asombro va creciendo mientras descendemos bordeando montañas, entre curvas y barrancos, con furtivas apariciones del Douro a lo lejos. Cuando alcanzamos el río, llegamos a Pinhão, donde hay que ver la hermosa estación de tren, cuyas paredes están ocupadas por azulejos que retratan la cultura del vino de la zona. La estación es una de las paradas del tren histórico, un viejo tren de vapor que, entre mayo y octubre, hace el recorrido desde Régua hasta Tua siguiendo la orilla del río. En Pinhão, además, merece una visita el Vintage House Hotel, huella arquitectónica de la influencia inglesa en la industria de los vinos de Oporto.
Antes de poner rumbo a la desembocadura del Douro, con el río a un lado, y, del otro, las bodegas que obligan a detenerse para degustar un oporto, merece la pena subir al mirador de Galafura y disfrutar de una última visión del valle, de su artesanía de viñedos y montañas esculpidas que le han valido ser declarado patrimonio de la humanidad en 2001. Un valle que, como el buen vino, una vez que se conoce, nos deja con ganas de disfrutarlo de nuevo.

(El Viajero. El País 5.05.07) (Fotos: autor del blog)

2 comentarios:

Anónimo dijo...
Este comentario ha sido eliminado por un administrador del blog.
Dylan dijo...

Muito bem. De facto, o Douro é espectacular e ainda bem que os nossos países têm a a partilha exclusiva desse magnífico rio.